La incorporación de tecnologías en el
ámbito educativo está desbancando muchas de las tareas que eran realizadas en
contacto directo con los estudiantes volviéndose dueños de su destino y
garantizan el desarrollo de su entorno tanto regional como de su país. Dentro
del contexto antes mencionado el profesor se convierte en pieza fundamental,
los maestros deben ser los primeros en aceptar el uso de la tecnología y los impulsores
en su uso en la comunidad: deben ser guías, consejeros, asesores y guardianes
del buen uso de la información en la formación de los estudiantes. En la
actualidad el profesor debe ser capaz de desarrollar los siguientes roles y
funciones relacionados con la tecnología:
Consultores
de información:
buscadores de materiales y recursos, utilizadores experimentados en las
herramientas tecnológicas para la búsqueda y recuperación de la información.
Colaboradores
en grupo: Resolución de
problemas mediante el trabajo colaborativo.
Trabajadores
solitarios: La tecnología tiene más aplicaciones individuales que no grupales,
pues las posibilidades de trabajar desde el propio hogar, pueden llevar
asociados procesos de soledad y de aislamiento si no se es capaz de aprovechar
los espacios virtuales de comunicación.
Facilitadores
de aprendizaje: Las aulas virtuales y los entornos tecnológicos se centran
más en el aprendizaje que en la enseñanza entendida en el sentido clásico.
Desarrolladores
de cursos y de materiales: Diseñadores y desarrolladores de materiales dentro
del marco curricular pero en entornos tecnológicos, favorecedores del cambio de
los contenidos curriculares a partir de los grandes cambios y avances de la
sociedad que enmarca el proceso educativo.
Supervisores
académicos:
Diagnóstico de las necesidades académicas de los alumnos, tanto para su
formación como para la superación de los diferentes niveles educativos, ayudar
al alumno a seleccionar sus programas de formación en función de sus necesidades
académicas y profesionales, realizar el seguimiento y supervisión de los
alumnos que ayudarán a mejorar los cursos y las diferentes actividades de
formación.
Estos roles están enmarcados en una
realidad educativa inmersa en continuos cambios, lo que ha favorecido la
creación de grupos que tienen como característica común la necesidad o la
obligación de adquirir conocimiento, de comunicarse o de interactuar en
espacios tecnológicos. Los profesores deben estar preparados para integrar las
nuevas tecnologías en sus actividades formativas metodológica y
conceptualmente. En este contexto cuando el profesor se enfrenta con diferentes
obstáculos y desafíos como son sus propias actitudes y los hábitos de colección
ante las nuevas tecnologías. A ello se unen los condicionantes económicos y los
problemas en el abastecimiento de soportes y espacios para el desarrollo óptimo
de las nuevas tecnologías. El hecho de que el docente tenga una actitud
positiva o negativa a la hora de desarrollar su tarea en entornos tecnológicos
está condicionada por:
• La infraestructura de comunicaciones de que
disponga.
• El espacio disponible en su centro
habitual de trabajo que permita la fácil integración de Ia tecnología.
• Su preparación para el uso de esta
tecnología.
• La disponibilidad del docente para
una formación permanente.
Con lo anterior, nos damos cuenta de la
importancia de que el docente se encuentre capacitado adecuadamente, que no
solamente es un agente motivador de nuevas experiencias de aprendizaje haciendo
uso de la tecnología, ni tampoco es un comunicador o la manera tradicional;
para cumplir de manera satisfactoria con su función, debe planificar su
actividad y actualizarse permanentemente. Estamos hablando entonces de un
docente mediador, de un educador que define y desarrolla diversos entornos de
aprendizaje quien otorga y orienta al estudiante en el proceso de aprender la
herramienta utilizada es solo en medio para despertar el interés, mantener la
motivación y la participación activa en el proceso de enseñanza aprendizaje. Para
trabajar con el uso tecnológico, es deseable que el profesor mantenga el
interés permanente de sus estudiantes, que detecte y atienda a sus necesidades
educativas y permitirles cuidar que el contenido y las actividades de
aprendizaje sean interactivas y darle atención a los ambientes de aprendizaje
creados, lo que será reflejado en los procedimientos didácticos y de uso de
medios tecnológicos que implemente sin olvidarse que no todos los individuos
aprenden de la misma forma.